Son en su mayoría mujeres y se las puede considerar las trabajadoras más desprotegidas de todo el sistema laboral.
Aunque a partir de 2012 las empleadas del hogar lograron un gran hito al entrar en el régimen general de la Seguridad Social, siguen siendo, por los salarios que perciben y las condiciones en que trabajan, un colectivo discriminado y en muchos casos explotado.
Aislada cada una de ellas en la soledad de una relación bilateral desequilibrada, siguen siendo socialmente invisibles. Como si fueran, a efectos laborales, transparentes.
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